Diente de león
Érase una vez un día en San Mateo de Gállego, Miguel iba a buscar a sus
amig@s, se encontraron por el camino porque sus amig@s iban a por él. Todos
iban en la bici y él se la cogió pero la tenía pinchada, se cogió la wave,
fueron a comprarse chuches, cuando se compraron las chuches fueron al saso
4 y se quedaron al final de la bajada.
Allí se comieron las chuches que habían comprado. Al cabo del rato iban hacia el
mirador, miraron, y había gente no sabían a donde ir y a Juan se le ocurrió ir
a los bancos de la bajada de las piscinas. Allí había unos campos con muchos
dientes de león y “claro” allí que fueron. Estuvieron soplándolos todos y se lo
pasaron genial. Miraron la hora que era, había pasado una hora y cinco minutos
¡Ni se habían enterado de cuánto rato había pasado! (Claro pasándoselo tan
bien)
Fueron otra vez al Mirador, ahora ya no había nadie. Bajaron algunos
escalones, se hicieron muchas fotos con
sus móviles y estuvieron unos minutos. Fueron al médico a bajar las escaleras.
Vieron la hora que era, eran las ocho y se tenían que
ir a casa porque al día siguiente había que ir al colegio ¡Una tarde inolvidable!
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