Había una vez un marciano llamado Mariano, que tenía unos grandes ojos azules y era pequeñísimo, pero su corazón era enorme, más grande que el de mil personas juntas.
El marciano Mariano salía a pasear por su galaxia que era roja y verde de tanta vegetación que había. Cada día daba tres vueltas a su galaxia porque él decía que así veía más a la gente y se hacía más amigo de ellos.
Un día normal y corriente, Mariano estaba muy cansado, pero hizo un esfuerzo porque era sábado y cada sábado iba a ver a su amada marciana Adriana.
Esta vez, quería comprar un ramo de rosas rojas, una caja de bombones en forma de corazón y un fabuloso traje para conquistar a Adriana la marciana.
Al fin, en casa de su amada le pidió ser su novio y ella contestó que sí y ...
¡ Vivieron felices y comieron perdices!
POR ALODIA HERNÁNDEZ
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